Antigüedades son todos aquellos objetos que en diferentes estados de conservación se consideran preciados para diferente público y a distinto valor. Una antigüedad puede ser prácticamente cualquier cosa que tenga ya varios años fuera de circulación y que sea difícil de conseguir. Este objeto puede ser muy preciado por un mercado objetivo y su precio dependerá de lo escaso que sea y de la moda imperante.
Existe un gran mercado a nivel global de antigüedades, objetos que se importan y exportan y que van de un lado al otro del globo solo para satisfacer clientes asiduos a estos objetos.
Muchos de estos son negociantes que hacen de esta práctica su medio de sustentación y su negocio principal. Por lo general, suele ser un negocio familiar pues para ser anticuario se requiere de una tradición cercana, en la cual el conocimiento y el instinto se traspasa directa y empíricamente.
Respecto a esto, el anticuario debe conocer su negocio de arriba a abajo, las modas por las que pasa el mercado y cuáles son los objetos que más se cotizan en ese preciso momento. También siempre puede tener una bodega en la cual guarda antigüedades que, en algún momento, estarán a un excelente precio.
Los anticuarios suelen tener tiendas físicas en la cuales exhiben sus objetos, pero gracias a la incursión del Internet en todo ámbito de la vida, ya exponen sus antigüedades en internet. Portales como eBay y Amazon son los sitios predilectos de estos profesionales. Desde ahí, envían a cualquier parte del mundo en cosa de días y tomando todos los cuidados pertinentes.
Por lo general, los anticuarios más arraigados en su profesión suelen visitar mercados de pulgas, chatarrerías, ferias antiguas y visitar casas viejas llenas de cachibaches para seleccionar sus objetos.
El ojo felino de estos profesionales es tal que son capaces de seleccionar lo que creen es un producto que puede resultar valioso. Por lo general, los dueños de estas piezas no ven el valor arraigado en ellas y suelen venderlas a precios muy módicos.
He ahí la fuerza de este negocio: comprar a un valor ínfimo una pieza que puede costar mucho dinero en un mercado en específico.
Los chatarreros o dueños de estas piezas buscan deshacerse de ellas pues siempre cuentan con centenares o miles de objetos que ellos consideran basura. ¡Grave error!
Aunque los acumuladores pueden hacer bastante dinero recolectando objetos y vendiéndolos a precios módicos, ¿cuánto más ganarían si supieran el valor que tienen en sus manos? En cualquier caso, el anticuario es el que sabe y no por nada este negocio tiene alcance mundial, con cientos de millones yendo de un lado para el otro.