El primer paso en el trabajo de un anticuario es seleccionar con ojo clínico las piezas que adquirirá (independiente de su estado de conservación), para después presentar esa misma pieza en un estado óptimo.
Muchos de los objetos adquieren cierto encanto cuando el tiempo ha pasado por ellos, pero otros deben ser meticulosamente restaurados, o al menos tratados para poder ofrecerlos a los compradores.
Si el anticuario no lleva a cabo dicha restauración, es posible que el precio se vea reducido significativamente. En cambio, si el profesional ejecuta su trabajo como debe ser, quizá junto a otros especialistas que pueden asistirlo, podrá multiplicar su inversión exponencialmente.
Dependiendo del material con que esté fabricado el objeto, de la época, de su estado de conservación, etcétera, el anticuario aplicará diferentes procedimientos para mejorar el aspecto y la funcionalidad del objeto, si es que la tiene.
Si las piezas son de algún metal (por lo general plata, bronce, estaño, etcétera), suelen someterse a un pulido fino para volver su aspecto a su estado inicial. Esto no es muy complicado, pero requiere de materiales profesionales específicos, paciencia y una gran técnica. El mismo anticuario puede llevar a cabo este procedimiento.
En cambio, si se trata de objetos que requieren repuestos o piezas específicas muy escasas o que ya no se fabrican, la tarea es aún más ardua. Dichas piezas deben buscarse igualmente en lugares similares al que fue encontrada la pieza original. Asimismo, el anticuario puede intentar comprarla a otro anticuario. En el caso de que exista dicho repuesto, seguramente tendrá un precio elevado. Dicho precio agravará aún más el precio final de la pieza restaurada.
Sin embargo, no son pocos los anticuariosque venden antigüedades en el formato en que las encuentran, con fallas, en mal estado de conservación o inoperantes. Suelen venderlas a un precio mucho más bajo. En este caso, el que se encargará de restaurar el objeto será el mismo comprador. Este suele significar un descuento significativo en cuanto a inversión.
Ambas modalidades son ampliamente difundidas en el mercado de antigüedades. Los profesionales prefieren ir por lo seguro y solo ofrecer piezas de excelente calidad. Su reputación está en juego. Además, con excelentes referencias, atraen a un sinfín de otros compradores.